martes, mayo 22, 2012

Despues del fin del mundo o Harina de otro costal

Vicente Herrera Márquez


Sí, yo incrédulo y escéptico  creí en los agoreros,
Creí  en vaticinios de magos, chamanes y bendecidos.
En calendarios desconocidos y en oportunistas conocidos.
Creí  que del mundo vendría, el fin anunciado con trompetas,
y que la civilización actual, sin remedio,  pasaría a mejor vida.

Y llegó el día fatal,  llegó la hora anunciada, sonaron las trompetas,
la tierra escapó de su órbita elíptica y en parábola errante se alejó,
en su huida colisionó con la luna, que en ese instante copulaba con el sol,
pasó rauda por Júpiter y Saturno y muy pronto a Plutón dejó muy atrás.
En sublime transformación la roca en un santiamén se hizo gas,
el agua mutó a frágiles cristales, el hielo pasó a ser estalágticos meteoros,
y la memoria del hombre plural fue una amalgama palpitante y deforme,
que al quedar huérfana de cuerpo  la persiguió y tragó un agujero oscuro,
que saltando entre galaxias dando tumbos se perdió esquivando estrellas.

Y sin embargo, en realidad yo no sentí  nada que fuera extraordinario.
No sentí estruendos ni explosiones, calor intenso ni viento huracanado.
No percibí derrumbes ni inundaciones, ni riadas de hielo o fuego.
No tropecé por oscuridad  del cielo ni vi tormenta de rayos mortales.
En mi casa no se cortó la luz, el teléfono funcionó y el celular no calló ni cayó,
Internet funcionó muy bien, lo único raro, nadie por el chat me habló.
Pero en general,  el fin de todo, en mi casa y en mi entornó  fue muy normal.

Lo bueno es que hoy me doy cuenta que a pesar de lo cruento del final,
mis vecinos se levantaron temprano, mi familia está muy bien.
El smog igual que ayer dificulta el respirar y metro y buses van atestados.
El sol asomó a su hora,  algunas nubes oscuras y se siente el frio de otoño.
Los niños apurados van al colegio, toca la campana el cura  y los autos tocan bocina.
En todos los canales de TV las noticias son iguales, hablan de lo que pasó ayer
y la verdad es que muchas cosas malas pasaron y se anuncian algunas peores.
Pero nada ha cambiado, las noticias muy poco, son casi iguales que las de ayer y antes de ayer:
Dicen que hubo un terremoto en Italia y un eclipse en el que la luna le mostró su otra cara al sol.
Hablan del dólar, el euro, el dracma, la cesantía, la carestía, el desempleo y mil de problemas más.
También de asaltos, de homicidios, de guerras “buenas”, guerras “santas” y guerras “malas”.
Hablan de Obama y de Hollande, también de Merkel, de Piñera en Chile y Cristina en Argentina.
Hablan de España, de Grecia y la Unión Europea, también del Bayern Munich o el Chelsea, ahora campeón.
 Y hablan de discursos, de farándula, de la prensa rosa, prensa amarilla y también la roja.
Y como diríamos en Chile: Hasta hablan de la pata de la cama y  de la cacha de la espada.

Al fin y al cabo ¿De qué sirvió el final, si todo sigue igual?
Sé, a ciencia cierta, que mi final llegará, quiera o no quiera, con anuncio o sin anuncio llegará.
¿Pero el final del mundo? ¿El final de todo? ¿Quién lo puede anunciar?
¡Hasta yo lo puedo anunciar! 
Pero que se cumpla, eso es harina de otro costal.

 ©Derechos Reservados.