sábado, febrero 07, 2015

Ayer encontré la primavera




A un mes de comenzado el invierno
subiendo el empinado sendero andino,
en un recodo de aquel, encontré a la primavera.
No sé si andaba perdida o adelantó su llegada
para recordarme que no escribí los últimos versos del otoño.
Esos versos que prometí y que  siempre fui dejando para mañana,
hasta que sin esperarlo  llegó el invierno y congeló las letras,
el teclado quedó inerte y el poeta cansado se fue a invernar.

Y ayer al traspasar un recodo y subiendo por el cerro en segunda,
de repente me encontré la estación primera, bruscamente frené,
me hice a un lado del camino, me bajé, caminé, miré y me olvide del calendario.
Allí  estaba la primavera, asomándose tras un recodo de invierno,
estaba esparcida en la orilla del camino  y coloreando la ladera de los cerros;
se encaramaba  florecida por las ramas de almendros y ciruelos
y vestía al sol con una tarde radiante despojada de nubes grises

Vestido de amarillo estaba un aromo frondoso,
abanicando con su follaje a un ciruelo cubierto de blanco manto.
Al acercarme a saludarlos y desearles vida y color
se me atraviesa un almendro rebosante de botones en flor.
El suelo estaba cubierto de verde matizado por incipientes colores,
era la primavera que no andaba  perdida, quizás adelantada    //
           que me vino a recordar que antes de escribirle a ella y las flores
debo cumplir mi promesa que olvidé en el otoño y se congelo en el invierno. 

Para ti, amiga de mayo del sur, hoy voy a escribir.
          Llegaste un día de abril, cuando al sol ya olvidaba el estío
y las nubes derramaban el primer llanto de otoño.
Traías letras escritas con tinta de dolores guardados,
en el capítulo de recuerdos escondidos en tu libro de vida.

Tengo una deuda contigo, señora del paraguas azul.
Te quedé debiendo letras, no sé si ponerlas en prosa o en verso,
hay páginas que quedaron inconclusas porque te fuiste
          y quedé, además, con la sensación de ser yo el culpable de ello.

Para alguien que en el viento se llamó Leonor.
Para ti, que un día de lluvia caminaste por mis calles
dejando una estela azulada del color de tu paraguas.
Para ti poetisa del aire,
relatora de tiempos,
interprete de  situaciones,
sujeto de circunstancias,
imagen de realidades,
y relatora de verdades.
Para ti mis letras que quieren recordar el corto tiempo de tu estadía
y el largo aliento que dejaste en mi inconsciencia.
 



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