Grito tu nombre desde
el centro de la noche silenciosa.
Grito tu nombre en las
esquinas de la calle bulliciosa.
Grito tu nombre en una
inmensa sala de hospital.
Grito tu nombre en el
centro del cementerio callado.
Me pierdo en el
laberinto de los ladrillos pintados de blanco,
donde cuelgan pinturas
compradas a algún loco de la calle.
Ahogo sollozos en un Martini seco con lágrimas saladas.
Rasguño como un gato el vidrio de la cubierta del escritorio,
Golpeo con rabia el
teclado y lucho con los pixeles en la pantalla,
buscando tu imagen, un
indicio de ti o algún verso con mi nombre;
buscanco rastros de tu
andar, que aún dibujen tu caminar en mi libro;
buscando tu mirada, tu
palabra, tu aroma y extensiones de tu piel.
Vuelo con las alas de
un buitre muerto de hambre en la campiña
y me pongo zapatos de
minero para entrar en las cavernas tenebrosas.
Por momentos soy
arlequín que va saltando de cama en cama
y de repente u fauno con tridente de bambú envuelto en llamas.
Soy lobo hambriento en
una esquina y oveja asustada en una callejuela,
como así también soy
dios y diablo en este camino de locura,
por el que voy huyendo
de ese adiós que nunca pronunciaste.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario