Tú para mis ojos
libidinosos eres mujer,
para mis manos
impacientes eres piel,
para mi boca
sedienta eres licor,
para mis oídos
silentes eres grito y susurro,
para mi lengua
sedienta eres agua en caudal,
para mi espíritu
inquieto eres torbellino,
para mi fuego
interior eres leña, yesca y flama
y para mis
instintos de macho eres la hembra,
que seduce,
incita y exacerba el vigor dormido.
Pero además de
cuerpo, piel, fuego y deseo;
para mi distancia
eres carta, prosa y poesía,
para mis sueños
eres la incógnita cubierta con velos,
para mi vigilia
el retrato hablado de la mujer soñada,
para mi
ignorancia el abecedario que me regala letras,
para mi intelecto
inconcluso el apéndice señero
y en la oscuridad
eres el faro que me aleja del mar bravío.
Para mi pluma
eres musa, tinta y verso de mis delirios
y en mi invierno
aciago eres calor que espanta al frío.
Todo eres en mi
camino muchacha de primavera
y sobre todo
eres, en mi vida, mujer de cuatro estaciones,
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