sábado, febrero 07, 2015

Viejo, pero no tanto



Me miro al espejo y no me veo viejo,
camino rápido y no me siento viejo,
sólo que por instantes un poco cansado.
En algún momento puede que me sienta  olvidado,
cuando en días nublados pienso en cariños idos,
y muchas noches añoro el roce tibio de una piel suave.
Padezco  alergia al sol, el polen  y las plumas,
y me molesta el ruido de la calle y el silencio del insomnio.
Soy un caminante sediento  buscando una fuente o un cántaro
y me siento campo estéril si mi garganta no la riega el vino.
También un animal hambriento cuando no como asado,
y enfermo de nostalgia cuando no hay  arroz con leche,
una buena porción de flan o helado de bocado.
En los días grises vago como lobo solitario en la estepa nevada,
y soy un pobre poeta  marginado cuando me abandonan las musas

Pero…
Pero me siento abundante cuando aparecen letras para escribir
y alegre cuando alguien de lejos me escribe o me hace un guiño.
Me entusiasmo con un brindis de buen vino y ojos vivaces.
Como hasta hartarme cuando me invitan y la ocasión lo amerita,
y soy un lobo inquieto con luna llena, cuando huelo aroma de mujer.
Me pongo romántico si me sonríen y poeta atrevido si me dan un beso.
Me excito como gallo de pelea si una mujer me acaricia con su mirada.
Corro y brinco como toro de lidia en ruedo, si tomo viagra.
Pero igual… pero igual me cuido, me cuido y no exagero,
para que dure el tiempo propicio, antes de llegar a viejo,
mejor dicho: un poco más viejo.

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